Sissoko había contestado el anuncio de la embajada de Francia que circulaba en todas las redes sociales del e-World. El anuncio prometía un empleo bien pagado en el territorio francés. Como en uno de sus video-juegos, Sissoko quería lograr el próximo nivel, dejar la miseria pegada en su piel tan negra y ganarse un lugar en el primer mundo. Lo habían convocado para una entrevista. Sus pasitos lentos lo llevaban hasta el edificio blanco colonial de la representación francesa en Bamako. Dio una mirada al sol y se puso a soñar con una vida mejor… un nivel de vida más alto, como lo había resumido en su carta de presentación.
El sol permanecía blanco y Sissoko transpiraba mucho en el traje prestado por uno de sus primos. Pasó su dedo entre su cuello negro y el azul de la camisa, tomó un respiro y tendió su pasaporte. El centinela parado en la entrada lo escaneó antes de encañonar su pluma-óptica hasta la frente de Sissoko. El chip emitió una serie de números y el soldado checó los datos del pasaporte y los del implante del hombre que sonreía ante él.
Un mes después había un ritual bien establecido y Sissoko no sonreía más. Llegó al subsuelo del territorio francés. Su chip le abrió las puertas de la cámara de descontaminación. Se quitó la ropa, la dobló y la guardó en su locker. Se inmovilizó, la espalda frente a la pared, y el fluido de la regadera lo purificó. Luego se puso un traje de inmersión en medio virtual y una máscara integral. Entró en un salón equipado como los de juegos en red.
Sissoko formaba parte de un experimento. El Estado francés desempeñaba el papel de la vanguardia de los empresarios. Dentro de unos meses contratarán una mano de obra tan barata que no tendrán que importarla más a Francia. Una empresa de alta tecnología que oculta mal las intenciones fétidas de un Régimen bastante Antiguo.
Sissoko avanzó hasta su cubículo. Conectó uno por uno los cables a los puertos USB de su traje y al del chip. Sus colegas también estaban conectados cuando se dio el grito estridente de la sirena que les sumergió en el mundo virtual. El avatar de Sissoko se materializó en la obra del Palacio de los Derechos Humanos, en Estrasburgo. El amo del juego le proporcionó una pala y lo mandó ocuparse de la mezcla. A unos 4000 km de distancia, el androide que alentaba Sissoko hacía funcionar la revolvedora y la economía francesa.
Traduction de e-Monde, nouvelle écrite pour No Pasaran et parue dans le numéro 10 de Caja de arena, le 20 juin 2010.